Mal.
Así es el día de hoy.
No voy a poder hacerlo.
No sirvo para ello.
Tampoco sirvo para nada.
Y se me demuestra a menudo.
¿Acaso no tengo derecho yo a ser feliz?
¿A ver mi sueño hecho realidad?
¿Por qué soy así?
Tengo cosas con las que otros sólo pueden soñar.
Y aún así, sigo quejándome.
¿Por qué no puedo mirar lo que tengo y sentirme satisfecha por ello?
¿Por qué no puedo ser feliz?
¿Por qué quiero más y más?
Otros tienen poco, y son felíces.
¿Por qué yo tengo que cuestionarlo todo?
¿Por qué me encapricho tan fácilmente?
¿Alguna vez he querido algo de verdad?
¿No han sido sólo caprichos y tonterías?
¿Por qué siempre veo lo malo?
¿Por qué soy tan negativa?
¿Por qué quiero destacar?
¿Por qué quiero lo que no tengo?
¿Por qué no me conformo con lo que tengo?
Y como exprese en voz alta lo que siento, ya está la gente agobiando.
Sí que es verdad que intentan ayudar (o eso creo).
Pero cuando estoy deprimida, estoy deprimida.
Y cualquier intento de animar me deprime aún más.
Cuando me intentan animar, eso que ronda por mi cabeza cobra fuerza.
Y se hace más grande.
Y más doloroso.
Y surgen más preguntas.
Igualmente dolorosas.
Igualmente desesperantes.
Igualmente tristes y deprimentes.
Me gustaría ser como ella.
Y no en el sentido de ser como ella.
Sino poder cantar y actuar.
Si yo sirviera para algo.
Pero no.
Y no me puedo engañar.
No sirvo para nada.
Nada...
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